El cosmos sale del caos mediante la introducción del orden, dando lugar y sentido a lo complejo, interpretando las correlaciones entre las cosas, los encuentros y las causas. Como un acto que parte de lo intuitivo, Libertad Alcántara proyecta su propuesta a través de la confrontación, íntima y profunda, con el paso del tiempo sobre el abandonado hogar de su infancia, en la ciudad de Coatzacoalcos. La condición en la que encuentra los 80m2 que ocupan el espacio específico de esa casa, determinarán la magnitud con la que, posteriormente, ordena la complejidad de lo evocado, sintetizándole hacia el plano de la abstracción. Las superficies que conservan el registro de los signos, se convierten entonces en porciones materializadas de su huella mnémica, como una evidencia de la cualidad afectiva del recuerdo.El proyecto toma forma en un espacio que acaba por integrarse a la obra en tiempo real –un edificio abandonado, localizado en las calles del Centro de Monterrey-, hasta casi volverse parte de ésta, configurándose como una membrana que da lugar a una dimensión donde los vestigios que subyacen bajo esos 80m2 de memoria, se descargan y se materializan en una obra de arte que puede entenderse como una sola, total y distendida en la suma de las partes, mientras que su virtualidad sensorial se ramifica y crece, permitiendo percibir la impresión expandida del reencuentro del pasado en la memoria de la artista. El resultado es un acto transversal entre huella, materia y gesto, el cual acontece entre atmósferas perimetrales y sonoras, crudas y sutiles a la vez.

 

Francisco Benítez.